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EL PRIMER ÍCONO EMPLUMADO



Por Edgar Pérez H.

Hablar de un jugador insignia de los Pericos de Puebla, sería un tema de nunca terminar, hay una gran cantidad de peloteros que se entregaron totalmente al jersey emplumado, tales Ronaldo Camacho, Jorge Fitch, Ernesto Escarrega, César Tapia, Miguel Sotelo, Oscar Rodríguez, Francisco Estrada, Alfonso Jiménez, Pedro Iturbe, Teolindo Acosta, entre otros, pero sin duda alguna, el primer baluarte de los emplumados fue Roberto Ávila.

Ávila debutó con los emplumados en la campaña de 1943 y de inmediato se ubicó en el mapa de la Liga Mexicana de Béisbol, al ganar en su primer año el premio al novato del año. En la década de los cuarentas, jugó durante cinco campañas con los Pericos y, en ese lapso disparó 603 imparables en 476 cotejos. Antes de emigrar al béisbol de Estados Unidos, se fue con la corona de bateo al promediar .346.

El oriundo de Veracruz, es el pelotero, surgido de Pericos, con el mejor rendimiento en la Gran Carpa. Para 1948 jugó en sucursales de los Indios de Cleveland, sin embargo su paso ahí fue breve, porque para 1949 debutó con el equipo grande, bajo la conducción de Lou Boudreau. Poco a poco, Ávila se fue ganando la confianza, pero fue hasta llegada del manager norteamericano Al López que, Bobby Ávila inició a brillar intensamente. En 1951 fue titular indiscutible y, fue convocado al Juego de Estrellas, además de que, al finalizar la campaña fue líder de triples con once.

Su mejor campaña sin duda alguna fue la de 1954, año en que fue “Champion Bat” de la Liga Americana, le ganó la carrera a Ted Williams y a Minnie Miñoso. Fue parte fundamental para que los Indios de Cleveland jugaran la Serie Mundial, ante los Gigantes de Nueva York. En esa Serie Mundial, Ávila apenas bateó para .133, toda la ofensiva de la tribu fue apagada por el pitcheo de los Gigantes, llevándose los neoyorquinos el título en cuatro juegos. Curiosamente en esa serie tuvo como rival a Savatore Maglie, ambos militaron con los Pericos en la década de los cuarentas y, más adelante volvieron a ser compañeros con los Indios en los años de 1955 y 1956.


El ex de los Pericos jugó con Cleveland hasta 1958, posterior a ello, en 1959 vistió tres franelas, la de Baltimore, Boston y Milwaukee. En Grandes Ligas disparó 1296 imparables. En 1960 regresó a México para finalizar su carrera, vistiendo el jersey de los Tigres Capitalinos, mostrando aun un gran nivel, al disparar 141 imparables.


Sin embargo el capítulo con los Pericos de Puebla aún no había terminado, para 1966, el nuevo propietario del equipo, el yucateco Manuel Barbachano trajo de regresó a Roberto Ávila, pero ahora en la faceta de manager, siendo esta la única ocasión que Ávila fue manager de un equipo profesional. Prácticamente la entidad entró en algarabía al saber que su primer ídolo regresaba a Puebla, se levantaron muchas expectativas con su llegada. Tal fue la euforia que el día de la inauguración, no cabía un alfiler en el Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza, de hecho se permitió que los aficionados se sentaran en el campo del juego detrás de las líneas de fair del jardín derecho e izquierdo. Aquel cotejo no pudo finalizar, debido a que hubo muchos aficionados accidentados por las líneas de foul, solo pudieron llevarse a cabo cuatro entradas. Al final, Ávila como muestra de agradecimiento trató de dar una vuelta al diamante, pero fue imposible por la invasión de aficionados que había en el campo, todos querían estar al lado del ex Indio de Cleveland. Pericos ese año no logró clasificar y las críticas fueron muy duras para Roberto Ávila, no continuó con el equipo para 1967.


Para la campaña del 2004, la Liga Mexicana de Béisbol homenajeó al veracruzano, nombrando a la campaña con su nombre. Falleció justamente en ese año, el 26 de octubre.

El nombre de Roberto Ávila esta tatuado en la historia de los Pericos de Puebla.




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